Siempre quise ser mamá y organicé mi vida para cuando llegara el momento. Cambié de un trabajo 24/7 con altos niveles de estrés a uno con horario de oficina, donde las decisiones importantes del día estaban relacionadas conmigo: ¿qué comer?, ¿qué ropa usar?, ¿a qué hora regresar a casa? Decidí liberarme de la microgestión laboral para tener mi mente y cuerpo listos para lo que sería mi mejor trabajo: ser mamá.
Claro, hemos escuchado mil veces que es un trabajo invisibilizado y poco valorado que agota mental, emocional y físicamente a las mujeres. Pero para mí, hay una diferencia abismal cuando se hace con amor, como cualquier otro trabajo en la vida. Cuando las cosas se hacen con amor, siempre salen mejor. Y aquí la ventaja es que el amor por nuestros hijos es natural y realmente de otro nivel.
Recordar esto es mi mejor recurso ante cualquier crisis de crianza. Recordar cómo puedo ejercer mi rol de mamá desde el amor ha sido clave en todo momento. Desde la responsabilidad que tenemos en la supervivencia de los primeros días, en el desarrollo mental del primer año, las crisis de los «terribles dos», hasta las muestras de autonomía de la personita en la que se van convirtiendo nuestros hijos.
Hace poco, escuché a la psicóloga infantil Andrea Cardemil decir que uno de los primeros elementos que necesitábamos los padres en la crianza respetuosa era ponernos los “lentes amorosos” para mirar a nuestros hijos. En ese momento, inevitablemente recordé el primer consejo de mi pediatra, un reconocido doctor con más de 35 años de experiencia: “el niño solo necesita amor”. Con su mensaje, ambos llegaban a la misma conclusión: esa conexión de amor es la que me permite ver qué necesita mi hijo y, en consecuencia, si sigo ese instinto, me mostrará qué debo hacer como mamá.
Así que eso es lo que encontrarás en este blog: historias de crianza real en las cuales he aplicado las recomendaciones de expertos y los consejos de otras mamás que me han funcionado con Alejo, para criarlo desde el amor.
Soy una mamá como tú, con momentos brillantes en los que me doy cuenta de que lo estoy haciendo de forma estupenda, momentos de confusión en los que debo buscar ayuda y momentos duros de aprendizaje. Pero para Alejo, soy la mejor mamá del mundo, soy su lugar seguro, soy la persona que más lo ama en el universo, y afortunadamente, todavía soy su persona favorita.